Que la inocencia te valga

 Delia estaba una vez mas en la parada del colectivo despues de su primera semana de trabajo, con sus manos alisaba su pollera gris hasta las rodillas y apretaba su cola de caballo. Solo podia recordar la mirada del guardia de la entrada del edificio que la incomodaba. Cabizbaja y con los ojos rojos a punto de largarse a llorar, perdio un colectivo que paso a toda velocidad a su lado, tenía que esperar media hora más para el próximo. La parada quedaba al lado de uno de esos bares oscuros, con mesas y sillas tan viejas como el mozo. Un joven salio del bar y se acerco. Cuando se detuvo a pocos centímetros de ella, lo miro de reojo, tenia la cara cubierta de hollín y vestía un overol azul con grandes manchas de aceite. “¿Solita?”, le pregunto y ella seguía con la vista fija al frente sin emitir palabra, “¿sos mudita?”, negó con la cabeza, “te invito una cerveza, acá en las mesas de afuera, con testigos…”, dijo mientras sonreía y realmente necesitaba hablar con alguien y no podia esperar las dos horas que demoraría llegar a su casa. Se sentaron y ella comenzo a hablar, sin parar y sin probar el porrón que transpiraba sobre la mesa, el la escuchaba atentamente, hasta que se detuvo con un largo suspiro. Rolo le dijo que tomara un trago, que le iba a hacer sentir mejor , pero Delia nunca habia probado el alcohol, estaba prohibido en su casa, “pero ahora no estoy en casa”, pensó y bebió la mitad de la botella. Comenzo a sentirse algo mareada y ya no podia sentir sus extremidades, solo pudo llegar a ver los ojos verdes de Rolo y luego todo se apago.
Delia despertó horas despues, estaba acostada pero no podia moverse, todo estaba oscuro pero podia sentir los rayos de sol que pegaban en su piel. Comenzo a gritar mientras intentaba zafar las ataduras de sus manos y pies, alguien abrió la puerta y paso su mano por las piernas de Delia, ella suplicaba entre sollozos que la soltaran; hasta que sintió otro tipo de calor aproximándose a su piel desnuda, algo que sabia que estaba mal pero no sabia que era. Luego un fuerte dolor la hizo gritar demasiado fuerte y nuevamente abrieron la puerta.
- ¿Qué haces? – Dijo el hombre que acababa de entrar – Te dije que la pendeja era mía.
- Pero no seas tacaño pibe, que hay para todos…
- ¡La pendeja es mía! – y de pronto Delia dejo de sentir el peso de aquel hombre sobre su cuerpo, se escucharon algunos golpes
- Esta bien, quedatela, igual a mi me gustan putitas y esta es virgen. ¿Me trajiste la blanca?
- ¿Vos me trajiste toda la guita que me debes?
- Mañana te la traigo, pibe. Ademas mira lo que te conseguí, con la monjita esta me podrías hacer una rebaja…
Delia escuchó alejarse al primer hombre mientras hablaba, todavia estaba temblando, la puerta se cerro de nuevo pero podia sentir la respiración de uno de ellos en la habitación y tembló aun mas, “¿tenes frío linda?”, pero ella solo podia suplicar que la dejara ir, sintió un pinchazo en su antebrazo y su cuerpo se relajo, no tenia ni fuerzas para gritar cuando sintió el calor del cuerpo desnudo sobre su blanca piel, ni cuando sintió ese profundo dolor entre sus piernas. Le quito el pañuelo que no le permitía ver para encontrarse por segunda vez con los ojos verdes de Rolo llenos de placer.
Delia lloraba y suplicaba cuando todos los dias lo veía entrar con la jeringa en la mano
- Si no gritaras tanto no tendria que hacer esto, mami – dejo escapar un chorrito por la aguja. Cuando Delia volvió a perder el control de su propio cuerpo golpearon la puerta.
- Soy yo pibe. Te traje la guita.
Aun adormecida Delia comprendió lo que habia pasado cuando vio entrar al guardia de la empresa, mirándola tal cual lo habia hecho meses atrás. Le entrego la plata a Rolo, le tiro un beso a Delia mientras el no miraba y en voz baja le dijo que despues la veía. Rolo llego a verlo y lo saco a patadas de alli.
- No te preocupes mami, nadie te va a tocar mas que yo – le corrió el pelo de la cara y la beso, pero sus labios estaban fríos - ¿Qué pasa mamita, tenes frío? – pero ella ya no suplicaba ni lloraba.
El guardia irrumpió en la habitación mientras Rolo cerraba los ojos de Delia y besaba su frente.
- ¿Otra mas pibe?, vas a terminar extinguiendo a las santitas, no te dura ni una…


12/11/09

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